lunes, 16 de diciembre de 2013

Invisible

Abrir los ojos, es despertar al mundo de lo invisible. Para los humanos, lo más doloroso es lo que no se ve, como por ejemplo un secreto. Lo invisible es terrible para ellos, peligros, porque escapa a su necesidad de control. Sin embargo, casi todo lo importante en la vida humano es invisible, por ejemplo, el deseo. Los humanos creen sin problema en el wifi, un cable invisible que los conecta a Internet. Pero si alguien les hablara de seres invisibles que los conectan con la vida, se reirían descreídos. Un ser iluminado les dijo hace varios años que lo esencial era invisible a los ojos. Y aunque es uno de los libros más vendidos de la historia, no terminan de escuchar sus palabras.
Todo lo importante es invisible: la angustia, la tristeza y la mayoría de las enfermedades que aquejan sus

Enemigos

Hay algo curioso sobre el miedo: su mayor intensidad no se da antes ni durante un ataque, sino después. El miedo barre con tu seguridad y con tus certezas, ya no sabés quién es quien. Pero incluso cuando la paranoia barrió con todas las seguridades sólo hay dudas, hay un único refugio seguro, el amor.
Cuando el enemigo no tiene rostro, puede esconderse en todas partes. Cuando no se sabe en quién confiar, se sabe de quién desconfiar, de todos. Conocer a las personas por sus acciones es más o menos fácil. Conocerlas por sus intenciones es casi imposible. Las intenciones se esconden detrás de las palabras, los gestos y las acciones. Por eso es complejo reconocer a un enemigo, porque la intención es difícil de ver.
Lo que hace poderoso y peligroso a un enemigo es todo lo que no sabemos de él. Alguien que secretamente tiene la intención de ayudarnos, es un aliado. El que tiene la intención de destruirnos, es nuestro enemigo. La paranoia es una forma de no equivocarse. Desconfiar de todos es la mejor manera de no ser engañado por ninguno. El precio es el aislamiento. Nada más aterrador que un enemigo íntimo. Para reconocer a un enemigo, primero hay que acabar con sus aliados, la negación y el silencio.

Fantasmas

Un fantasma es un ser que nadie ver. Ser invisible es su ventaja y, por eso, es terrible.
Lo que inquita de un fantasma es su intención.
Nadie cree en fantasmas, pero que los hay, los hay. Temen a los fantasmas porque acechan. Porque son sombras en las sombras. Los espectros, creen los humanos, están ahí para atacarlos. Seres oscuros que vienen a absorberles su energía vital. Fantasmas, espectros, espíritu, apariciones, distintas formas de nombrar… a lo innombrable. Pero, también, un fantasma es esa sombra que los nubla, esa angustia que los cubre como un manto invisible. Ese es el trauma que llevan grabado a fuego, esa herida invisible que sólo el que sufre lo puede ver. La realidad, el mundo exterior no es más que el cristal con el que los humanos ven la vida. Si ellos ven la vida a través de un cristal tortuoso y oscuro, verán una realidad tortuosa y oscura. La realidad es una pantalla blanca sobre la que los humanos proyectan su mirada de la realidad. Si proyectan fantasmas, vivirán con miedo. Tal vez la clave para cambiar sus vidas sea cambiar el cristal con el que miran.
La maldad, la crueldad, la ferocidad, la oscuridad son fantasmas que los humanos pueden ver porque creen

Guerreros

Todos tienen un enemigo poderoso, astuto, sigiloso. Es como ellos, es una parte de ellos y, sin embargo, no tiene nada que ver con ellos. Hasta el ser humano más miserable y cruel es un guerrero, que lucha contra esa parte de sí que lo doblega. No es una lucha sencilla. El enemigo está en el interior del propio guerrero y conoce sus debilidades y sus miedos. Sabe por dónde atacar. El guerrero vive en estado de alerta porque sabe que en cada error, en cada fisura de su alma, puede colarse el adversario. 
Toda guerra es interna, aún cuando se enfrenta a otro, el guerrero lucha contra ese aspecto de sí mismo que ve en el otro. Los guerreros no lucha por obtener un botín, luchan por ser dignos de ese botin. La lucha es

Entre vida y muerte

Para los humanos la vida es una fiesta hasta que toman consciencia de la muerte. Cuando entienden que la existencia es un pequeño oasis entre la nada y la nada. 
Descreído de la eternidad de sus almas, viven aterrados por la posibilidad del final que los asecha. Ese terror a la muerte, esa angustia existencial, hace que gasten enormes cantidades de energía en negar.
Convencidos que son ese cuerpo que nacen y muere, los humanos empiezan a vivir entre dicotomías… día y noche, luz y oscuridad, cielo e infierno, vida y muerte. 
La dicotomía no es parte de la naturaleza humana sino que es la naturaleza humana. Tienen en sí lo más sublime y lo más abyecto. No son malos o buenos, los humanos son ángeles y demonios. 
La complejidad de los humanos radica en sí en la de dar vida o matar. La de amar hasta la muerte o vivir para odiar. Son el resultado de la lucha entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte. No es su culpa, está en su naturaleza. Los atrae tanto el cielo más elevado cómo el más profundo de los abismos. 
Cada día en lo más profundo de sus almas se da una batalla entre la vida y la muerte. Cada día, sus pobres

Ahora o nunca

El miedo humano es temor que algo duela en el futuro como dolió en el pasado.
El amor es una trampa, te promete un futuro feliz pero el día que te falte te va a dar nostalgia. El dolor más profundo del alma.
Todo el mundo me habla del futuro, de cómo podría ser de cómo voy a terminar. El futuro ya esta escrito.
No pude explicarle que no hay pasado ni futuro, que solo hay ahora. Que el ahora es perfecto.
¿Para qué quieren que estudie? Para prepararme para qué futuro. Las personas cómo yo no tienen futuro.
Era tan simple que no se lo pude transmitir. Nadie tiene ni futuro ni pasado, lo único que tenemos es presente.
Porque todos tuvieron un pasado traumático se proyectan a un futuro desastroso. Fracasamos en traerlos al ahora, el único lugar real dónde el cambio es posible.
No tengo futuro, porque morí en el pasado.
Yo solo miro el futuro por horror al pasado.

Supervisión

Lo importante es la mirada, ¿pero cuál mirada? Cuando los humanos esperan algo con mucha ansiedad dicen "no veo la hora". Cuando quieren dar una opinión dicen "Así lo veo yo" o "Éste es mi punto de vista". Cuando quieren hablar del futuro se preguntan "¿Cómo te ves en algunos años?". Cuando quieren consultar con alguien su aspecto preguntan "¿Cómo me veo?". "Estoy tan borracho que no veo" dicen cuando beben. 
La vida humana es una mirada, un recorte. Los humanos conocen de la vida sólo lo que ven. Para aquello que no pueden ver, necesitan otra mirada: una supervisión. Si un humano quiere verse el rostro tiene que mirarse en un espejo, pero si quiere mirarse la espalda tiene que hacer un juego de espejos. Creemos conocer a alguien por lo que vemos, pero conocer al otro en realidad es poder ver con sus ojos, ver la vida como la ve el otro. Confiamos sólo en lo que vemos, pero lo que vemos es apenas una ínfima parte de la realidad. La vida, el misterio, es todo eso que escapa a la mirada. Por algo cierran los ojos cuando besan, o cuando hacen el amor. Es porque así ven más, ven mejor.