Lo importante es la mirada, ¿pero cuál mirada? Cuando los humanos esperan algo con mucha ansiedad dicen "no veo la hora". Cuando quieren dar una opinión dicen "Así lo veo yo" o "Éste es mi punto de vista". Cuando quieren hablar del futuro se preguntan "¿Cómo te ves en algunos años?". Cuando quieren consultar con alguien su aspecto preguntan "¿Cómo me veo?". "Estoy tan borracho que no veo" dicen cuando beben.
La vida humana es una mirada, un recorte. Los humanos conocen de la vida sólo lo que ven. Para aquello que no pueden ver, necesitan otra mirada: una supervisión. Si un humano quiere verse el rostro tiene que mirarse en un espejo, pero si quiere mirarse la espalda tiene que hacer un juego de espejos. Creemos conocer a alguien por lo que vemos, pero conocer al otro en realidad es poder ver con sus ojos, ver la vida como la ve el otro. Confiamos sólo en lo que vemos, pero lo que vemos es apenas una ínfima parte de la realidad. La vida, el misterio, es todo eso que escapa a la mirada. Por algo cierran los ojos cuando besan, o cuando hacen el amor. Es porque así ven más, ven mejor.
Se supone que la mirada de un supervisor ve más, porque ve en simultáneo, lo que alguien mira y al que mira. Mirar al otro no es sólo verlo, sino también ver su mirada, su verdad. Mirar, es también dejarse mirar. Sólo cuando podemos ver, pensar y sentir como el otro, podemos decir que conocemos al otro. Y será inevitable, conociendo al otro, nos conoceremos a nosotros mismos. ¿Quién soy? ¿Cómo soy? y para responder a esa pregunta, interpelan a los demás: ¿Qué ves? ¿Cómo me ves? Y habrá tantas respuestas como miradas, incluso la propia mirada. Una mirada que suele ser implacable. Quizás seamos un poco como nos ven, un poco como nos vemos, y un poco como nadie nos ve.
Los creyentes dicen que sólo Dios nos ve tal cual somos. Esa mirada, esa supervisión, que ve al que somos, al que fuimos, al que seremos, y al que podríamos ser. Una mirada frente a la cual nunca jamás podremos decir que las cosas son así como las vemos, porque vemos casi nada.
Estamos muy interesados en aquello que vemos, pero lo más importante, es todo aquello que no podemos ver.
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