lunes, 16 de diciembre de 2013

Entre vida y muerte

Para los humanos la vida es una fiesta hasta que toman consciencia de la muerte. Cuando entienden que la existencia es un pequeño oasis entre la nada y la nada. 
Descreído de la eternidad de sus almas, viven aterrados por la posibilidad del final que los asecha. Ese terror a la muerte, esa angustia existencial, hace que gasten enormes cantidades de energía en negar.
Convencidos que son ese cuerpo que nacen y muere, los humanos empiezan a vivir entre dicotomías… día y noche, luz y oscuridad, cielo e infierno, vida y muerte. 
La dicotomía no es parte de la naturaleza humana sino que es la naturaleza humana. Tienen en sí lo más sublime y lo más abyecto. No son malos o buenos, los humanos son ángeles y demonios. 
La complejidad de los humanos radica en sí en la de dar vida o matar. La de amar hasta la muerte o vivir para odiar. Son el resultado de la lucha entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte. No es su culpa, está en su naturaleza. Los atrae tanto el cielo más elevado cómo el más profundo de los abismos. 
Cada día en lo más profundo de sus almas se da una batalla entre la vida y la muerte. Cada día, sus pobres corazones se ven tironeados por fuerzas antagónicas. Amar el costado luminoso de los humanos es fácil, amar su oscuridad es revolución. 
El destino es el resultado de esa guerra que se da en sus almas, entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte. La experiencia humana es en sí misma épica, una sucesión de batalla en lo que lo mejor de si mismo lucha con su parte más densa. En la guerra entre la vida y la muerte, soldado que huye nos sirve para otra guerra. 
Amar cuando menos se lo merece es amar la oscuridad y proyectar la luz. La vida es luz y la muerte oscuridad. La vida es amor y la muerte necedad. 
En esa guerra eterna y diaria, la luz, la vida, cuenta con un aliado poderoso. Uno que la muerte desconoce, el amor. 
No es que el amor venza a la muerte, sino que la transciende. Cuando se ama, se es inmortal. La vida es un devenir entre luces y sombras. Y los humanos, son equilibristas asustados que caminan entre la cornisa… entre la vida y la muerte.

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