lunes, 16 de diciembre de 2013

Referentes

Todos están pendientes de lo que yo hago, si como sino como, si duermo, si me analizo, si estoy sola, si esto… si lo otro... Pero solo yo se lo que es estar en mis zapatos. 
Podrán decirme egocéntrica, narcisista, egoísta pero yo tengo que estar enfocada, muy enfocada. 
Todos ven algo distinto en mi. Que soy envidiable, única, irrepetible. Dicen que soy obsesiva, prolija, metódica, detallista. Hay muchas miradas sobre mi, qué hago, qué digo, qué me pongo. Me miran todo el tiempo y por eso estoy más exigida. Y yo lo acepto porque se lo que soy. Sé que soy un referente. 
Todas las personas necesitan un referente para saber dónde están parados en su vida. 
Para saber qué hacer, qué decir, cómo manejarse se necesitan… modelos, ejemplos a seguir. Por eso somos tan importantes los referentes. 
Cuando sos chicos, tus padres son tu ejemplo a seguir. Cuando creces tus padres son tus errores a no cometer. Y ahí, se vuelven fundamentales los referentes. La infelicidad no tiene medida hasta que te topas con alguien feliz. Ahí sí, con ese referente podes saber cuan feliz sos. 
No solo la comida engorda, la mirada de los demás también. Quisiera verte más gorda para sentirme más flacos. Quisieran verte menos feliz para sentirse menos infelices. 
Cuando te preguntan cómo estas, la respuesta no es bien o mal, sino comparado con quién. Nadie es alto, gordo o rico se es mas alto, gordo o rico qué alguien. Para eso sirve un referente. Para saber que sos menos, menos que alguien. 
Un referente nos alivia, porque nos hace sentir que no estamos solos en el mundo. Los referentes son coordenadas que te ubican en el espacio, te dicen quién sos y dónde estás. Los referentes son conductas a imitar. Ese es el problema de los referentes, se vuelven un ideal muy difícil de alcanzar. Un espejo en el que siempre te ves feo. 
Uno se llenas de ideas de lo que debería sentir. Un referente se llena de debería. Un referente te llena de prejuiciados, de única forma de ver la vida. Un referente es ese fantasma perfecto, imposible de alcanzar. El resultado de esa orfandad es la construcción de ese ideal implacable, imposible de alcanzar. 
Los humanos creen que cargan con el peso de los miradas de los demás, es falso. La mirada más cruel es la mirada de ellos mismos. La que todos los días le dicen lo poco que vale. Respecto al ideal todos somos imperfectos, comparados con nada todos somos perfectos. 
Los humanos crecen comparándose con otros, pero lo singular de la vida no tiene parangón. Es eso especial y único que nos hacen especiales y únicos. 
El ideal es tan severo, que les dice que valen tan poco que no deberían existir.

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